12

Benigànim
La vida cotidiana

DICTADURAFRANQUISTA

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Benigànim
La vida cotidiana

DICTADURAFRANQUISTA

Los vencidos y sus familias, tras el terror de los años 40, mesuraban cada conversación (“imperava el silenci”) y cada gesto, y se doblegaban a la imposición de símbolos, asistiendo a actos no deseados: manifestaciones de adhesión, actos religiosos, etc. Estaban “tacats” i “senyalats”, más de una vez insultados, en su vida diaria, en su exilio interior (“parlaven molt espaiet”, “fora de casa no ho digues!”). A sus hijos no bautizados se les estigmatizaba tratándolos de “morets”.

Hubo multas por blasfemar o por vender fotografías supuestamente “pornográficas” de Rita Hayworth en Gilda; un despido por vivir “en pecado”, sin estar casados, o reingresos carcelarios por “manifestaciones impropias […], contrarias a nuestra santa causa.” Se soportaba, además, la propaganda escolar y la de los medios de comunicación. El rodillo totalitario pasó también por encima de la “masa gris”: los no posicionados políticamente.

Puestos bajo control estatal la prensa, la radio y el cine (y su “noticiario” dominical, NO-DO), la evasión del duro medio de trabajo se centraba en el fútbol, el teatro, el cine …, o en manifestaciones tradicionales, como la pelota valenciana, la ineludible Feria de Xàtiva, la mona de Pascua en el Balneario y las fiestas locales. Las calles de Benigànim, todavía sin coches, se disfrutaban colectivamente: muchos niños, vecinas y vecinos ocupados en tareas, tomando la fresca… La radio fue un gran medio de entretenimiento hasta que llegó la tele. Los casinos y bares eran, entre semana, espacios reservados a la sociabilidad masculina, ya que la mujer con hijos debía cumplir con su rol materno y quedarse en casa.

El franquismo incidió también sobre el mundo asociativo, que dejó de ser plural. Las asociaciones toleradas tenían juntas directivas controladas por la autoridad. El totalitarismo afectó a las bandas de música: se coaccionó a las dos agrupaciones de Benigànim para que se fusionaran en una nueva sociedad.

El ciclo festivo tradicional sufrió cambios que aún perviven; algunos de ellos por iniciativa de la sociedad civil, como es el caso de la aparición de los moros y cristianos, en 1948, a partir del barrio de la Mare de Déu de les Neus. Por su parte, el ayuntamiento creó, a imitación de los Jocs Florals de Valencia, una reina de fiestas con su corte de honor y un mantenedor. Se incluyó el día de San Miguel en las fiestas mayores y las autoridades fomentaron su presencia “jerárquica” en los libros de fiestas. En resumen, la vida, mayoritariamente, se cocía al fuego lento de la tradición, teniendo por límite el del término municipal. No en vano, una de las diversiones de las chicas era bajar a la plaza repetidamente a ver como avanzaban las manecillas del reloj del campanario.