06

Benigànim
Las huellas del anticlericalismo

GUERRACIVIL

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Benigànim
Las huellas del anticlericalismo

GUERRACIVIL

El fuego anticlerical e iconoclasta forma parte de la memoria de la guerra. Unos 6.832 religiosos fueron asesinados en la zona republicana y los símbolos religiosos, muchos de ellos de gran valor artístico, padecieron una ola de destrucción. La devastación se enmarca en un contexto cronológico similar al de la violencia política de julio-diciembre 1936. El anticlericalismo histórico se reforzó en la República por el apoyo que la Iglesia manifestó a la derecha anti-republicana. Se miraba a los sacerdotes como a un enemigo más del régimen y de la clase obrera, pero no a las monjas, que fueron, en general, respetadas; aunque también murieron casi 300. Por lo que se refiere a Benigànim, las Hermanas de la Caridad permanecieron en su congregación.

La violencia anticlerical estaba afectada de milenarismo y de simbolismo, como se vio en Benigànim. La injusta sociedad tradicional debía ser purificada con el fuego para inaugurar una sociedad racional y laica. Se quemaban públicamente imágenes y estampas, y se montaban farsas con indumentaria litúrgica, para mostrar la ineficacia de poderes sobrenaturales considerados una superstición a abolir. Así, el manto de la Beata se usó en los matrimonios civiles en Xàtiva para hacer sátira de ceremonias católicas.

En Benigànim el anticlericalismo revolucionario dejó una huella indeleble en la devoción religiosa. En los primeros días se saquearon e incendiaron la iglesia parroquial , el convento e iglesia de la Beata Inés y el convento franciscano, con episodios personales de apropiación ilícita. En hogueras a las puertas de casas particulares también se quemaron imágenes privadas. El venerado cadáver de la beata, desapareció. Los milicianos de aquí y otras localidades, tras saquear también capillas y ermitas, recorrieron pueblos cercanos arrasando con los objetos de culto.

Posteriormente, los espacios profanados adquirieron nuevos usos: la iglesia del Cristo fue un taller de alpargatas, en el cual llegaron a trabajar los niños acogidos en la colonia del Balneario de Bellús. La iglesia parroquial sirvió de corral de ganado. Los bienes del Asilo de Benigànim fueron ingresados en la Delegación de Asistencia Social. Otros objetos de valor se entregaron a la Caja de Reparaciones del gobierno, para comprar material de guerra. La puerta de la iglesia parroquial fue tapiada para impedir que los niños entraran a jugar.