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Benigànim
El “Polaco”: un criminal de guerra

DICTADURAFRANQUISTA

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Benigànim
El “Polaco”: un criminal de guerra

DICTADURAFRANQUISTA

La historia de Vjekoslav Luburić forma parte de uno de los aspectos más negros de la dictadura franquista: la protección –a pesar de sus crímenes contra la humanidad– del fascismo europeo tras su derrota militar en la Segunda Guerra Mundial.

Luburić nació en 1913 en lo que luego fue el reino de Yugoeslavia, en los Balcanes: un estado multicultural creado tras la I Guerra Mundial para unir a la mayoría de los eslavos del sur: serbios y montenegrinos ortodoxos, eslovenos y croatas católicos, bosnios musulmanes… Nuestro protagonista, de etnia croata, se integró en los años 30 en el movimiento nacionalista Ustacha (Ustaša), de ideología fascista. La invasión nazi de Yugoeslavia propició la creación de un estado independiente croata, dirigido por la misma Ustacha, que desarrolló una política de limpieza étnica (contra judíos, gitanos, bosnios musulmanes, serbios y eslovenos) e ideológica: contra los comunistas.

En el campo de prisioneros de Jasenovac, uno de los más terroríficos, se exterminó a cientos de miles de personas. Luburić había ascendido a general y fue uno de los directores de este campo. Los mismos nazis lo descalificaban en sus informes, como “sádico extremo” y “enfermo mental”, dado que se divertía destrozando personalmente a los prisioneros con mazas; lo que le valió el sobrenombre de Maks “El Carnicero”.

Terminada la guerra, Luburić, como otros fascistas centroeuropeos, se aprovechó de la red Ratline (la ‘Ruta de las Rutas’) para alcanzar –con la mediación y apoyo de religiosos católicos, especialmente franciscanos– el refugio protector de la España de Franco. No en vano, entro en España en 1947 disfrazado de fraile franciscano. Aquí fue protegido por altas instituciones y personalidades, como Muñoz Grandes (general de la División Azul), Carrero Blanco y el padre franciscano Miguel Oltra (muy cercano a Franco), entre otros. Se le otorgó una identidad falsa, la de “Vicente Pérez García”.

Casado con Isabel Hernáiz Santisteban, hija de una familia de la burguesía vasca, se trasladó con ella a Benigànim, donde instaló la granja Drina. Tuvo aquí cuatro hijos, mientras mantenía contactos, activamente y durante años, con la resistencia fascista croata a la Yugoslavia comunista de Tito. Gozó para ello de la protección y del favor de la Guardia Civil, y nunca se ocultó ni vivió clandestinamente. Se integró a la perfección en el pueblo: hasta hablaba en valenciano y participaba en las fiestas de moros y cristianos. Se le conocía popularmente como “don Vicente” o como “el tío Polaco”. Aunque su simpatía, como la de cualquier sicópata de manual, terminaba al regresar en casa, si se atiende a la violencia machista que padecieron su esposa y sus hijos.

Separado finalmente de Isabel, se llevó a los hijos del matrimonio a Carcaixent, donde instaló una imprenta, que puso al servicio de la resistencia croata. Allí también se mantuvo muy próximo a los franciscanos, hasta que fue asesinado (20 de abril de 1969) por el croata Ilija Stanić, en extrañas circunstancias. Permanece enterrado en Carcaixent. Su tumba continúa siendo un espacio memoralístico para los fascistas.