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Benigànim
Las mujeres: modernidad y tradición

SEGUNDAREPÚBLICA

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Benigànim
Las mujeres: modernidad y tradición

SEGUNDAREPÚBLICA

La memoria democrática de la República se completa con la incorporación de las mujeres a la vida pública y ciudadana como sujetos de pleno derecho. La Constitución de 1931 y otras leyes reconocieron la igualdad entre hombres y mujeres: derecho al sufragio y al acceso a cargos políticos, coeducación escolar, seguro de maternidad, etc. La apertura democrática y europeísta, junto con la influencia del cine, difundieron un ideal femenino moderno y cosmopolita: la mujer es deportista, conduce coches, viste una moda liberadora, es independiente, estudia… Esta revolución en la imagen de la mujer, sin embargo, solo se evidenció entre una minoría de clase media urbana, donde fue ocupando campos casi desconocidos hasta la fecha: vanguardias artísticas, cine, etc. El patriarcado y la discriminación salarial, no obstante, persistían; sobre todo en los pueblos.

El trabajo doméstico era duro, y más aún con la elevada natalidad. Las mujeres recorrían las calles cargando agua para casa de las escasas fuentes públicas o llevando pesados fardos de ropa a los lavaderos. Desde pequeñas, asimismo, las mujeres trabajaban en los almacenes, en talleres de alpargatería, en el campo o como empleadas domésticas; siempre con un sueldo que suponía la mitad del masculino. Además, un sector de la patronal no permitía que las obreras alpargateras de Benigànim se quejaran, y no respetaba el subsidio de maternidad: despedía a quién lo reclamara.

Con todo, se fueron consolidando campos autónomos de acción femenina: en el espectro religioso, con las asociaciones de seglares: Acción Católica, Hijas de María. El sufragio femenino implicó que los partidos políticos se preocuparan por movilizar a las mujeres para la “recolección” del voto. Por ejemplo, Acción Cívica de la Mujer, por parte de la Derecha Regional. La motivación era instrumental, pero hacía que las mujeres participaran en comicios como interventoras, en mesas electorales y en el sindicalismo católico femenino que hubo en Benigànim. También asistían a los mítines y adquirieron gran protagonismo en acciones indirectas de participación política, como sucedió en el asalto al ayuntamiento con motivo del incremento impositivo de 1936.