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La II Guerra Mundial (1939-1945), con sus genocidios y persecuciones étnico-nacionalistas, resultó de la convergencia de varios factores: la claudicación de Francia y Gran Bretaña frente al imperialismo nazi-fascista (Hitler y Mussolini generaban simpatías en las fuerzas conservadoras, por su éxito en la destrucción de la izquierda obrera), el expansionismo fascista y el aislacionismo de Estados Unidos.
Tras la derrota fascista, surgió un nuevo orden, con la “guerra fría” y la disputa de la hegemonía mundial por dos superpotencias: Estados Unidos y la Unión Soviética. Europa fue dividida en dos hemisferios antagónicos y la Europa Occidental cayó del lado de la democracia capitalista. El Plan Marshall (1948-1951) de Estados Unidos, concebido para revitalizar el comercio mundial e impedir la expansión comunista, ayudó a la rápida recuperación económica de la devastada Europa Occidental.
Las experiencias de los años treinta y de la guerra mundial, unidas a la celeridad de la reconstrucción europea consiguieron restaurar en sus sociedades el prestigio perdido por la democracia y las libertades. Excepto España, Portugal y Grecia, el resto de Europa Occidental se articuló en regímenes democráticos de base principalmente bipartidista: democracia cristiana versus socialdemocracia. Los imperios coloniales se fueron disolviendo y se implantaron sistemas de cooperación internacional, como la Comunidad Económica Europea. La socialdemocracia aprovechó la expansión económica mundial para aplicar políticas keynesianas y diseñar estados del bienestar (salud, educación, pensiones…) con mayores oportunidades sociales. Se tenía la sensación de vivir una “edad de oro”.
En la década de los sesenta se escenificó en Francia la revolución cultural del Mayo del 68: nueva sexualidad, pacifismo, ecología, feminismo, globalización cultural ajustada al modelo de vida norteamericano, irrupción de la juventud como protagonista social (pop-rock) y de las mujeres, Concilio Vaticano II, igualdad étnica en EE. UU., etc. La prosperidad socio-económica que sostenía estos avances y novedades se tambalearía con la reconversión del capitalismo hacia 1975: la Crisis del Petróleo.